Cuando surgen iniciativas para salir de la rutina, a veces esto quiere decir hacer un asadacho un martes.
Mi esposa llamó a unos amigos, invitándoles a hacer uno en casa de ellos, aclarando que teníamos una mitad de tira de costilla para llevar y unos choris que no fueron sacrificados la última vez, comenzando de esta forma, nuestra noche de asado en Villa Elisa, rodeados por las murallas que cubren un inmenso bosque y un silencio solamente interrumpido por los balbuceos de nuestros hijos persiguiendo sapos, todos llamados Pepe.
El maestro parrillero de la casa era Gabriel (27), abogado de un seguro médico, fanático -preocupante- de las obras de Tolkien y de los perros pastores suizos, el suyo, de esta raza, se llama Melkor Von de Der Mond.
Cuando llegamos, Gabi todavía estaba de pantalón y camisa, por lo que le sugerí comenzar a hacer el fuego, cosa que indirectamente rechazó comenzando a hacer sus argollas de papel diario.
Me contó de las películas que había visto en los últimos días, recordándome que todavía no habíamos ido a ver The Hobbit. También, que estaba muy entusiasmado con un libro del padre Fortea y que comenzó su exploración por el mundo del vino.
Ya que estábamos en un asado con ingredientes que habían sobrevivido, Gabi rescató de su heladera medio metro de morcilla y unas alitas de pollo.
Me preguntó sobre algunos personajes de Silmarillion, ante las miradas desconcertadas de nuestras esposas, rematando con la noticia de que estaba tomando clases de canto lírico, cual elfo, momento en el cual la conversación tomó un abrupto giro, hacia Italia, tenores barbudos y diafragmas.
La picada comenzó a pasarse de mano en mano y el pish de la lata al abrirse empezó a hacer dúo con Gabi, quien nos deleitaba lo aprendido en sus clases, sin que el resto entendiéramos mucho, pero asintiendo con el labio fruncido, como muestra de apreciación.
Habrá sido el canto, las argollas de papel, la costilla a descongelar, el talento de Gabi, o la congruencia de todo esto, para que el asado haya salido tan rico como para comerlo, pateando hasta Mordor.
Me parecen muy conocidos los temas de conversación!!! jajajajajaja Aguante Melkor, el vino y EL CANTO!!!!! 😀 😀
El fuego con la argolla de diario no falla…