Nico: – ¿qué pasa si la policía te agarra en el colectivo y encuentra todos esos cuchillos en tu mochila? Le pregunto.
– y les voy a mostrar mi tarjeta de que me dedico a hacer cuchillos. Me responde inocentemente.
Debido a unos fuertes dolores de cintura, no asistió a la consultora de marketing donde trabaja de lunes a viernes.
Así que durante su reposo, voy a lo de sus padres en San Lorenzo donde tiene su taller.
Pasamos por el costado de la casa, caminando sobre tierra húmeda, debajo de frondosos árboles que apenas dejan pasar la luz del sol. El lugar está regado de planteritas colgadas, hechas de envases de gaseosas.
Para evitar que yo también necesite reposo, lleva a su especie de pastor alemán, a atarlo aún más lejos.
Ahora que llegamos hasta el lugar en donde trabaja, recuerdo el perfil en Facebook de Nicolás Ríos Careaga Alderete y las fotos de sus de “RC Knives”, y sólo puedo asentir con la cabeza y fruncir el labio pensando, que puta, este tipo es un capo.
El lugar que llamaremos su taller, es un espacio abierto con un bajísimo techo de zinc y repleto de cosas. Pero lo que corresponden para la creación de cuchillos son sólo cuatro: horno, lijadora, torno y prensa.
Nico es un tipo que al menor halago que le hacés por sus obras, se sonroja y sonríe. Generalmente está callado, a menos que le preguntes algo. Y si es acerca de cuchillos, no para.
Los fabrica o como dice él, “los transforma” a partir de machetes nuevos, rotos o usados; elásticos de autos; limas y de cualquier cosa que contenga dureza.
LOS MACHETES HECHOS CUCHILLOS
Los calienta en su horno soplándolos constantemente para elevar la temperatura, llegando a los 900 o 1000 grados.
¿Pero cómo sabe que se llega a esa temperatura?
Carece de un pirómetro. Su referencia es la gama de colores que van del “amarillo, amarillo medio rojizo, medio anaranjado, rojo, hasta el blanco” en el que este último indica que se superaron los 1000 grados.
Tienen generalmente una dureza aproximada de 54 a 55 en la unidad Rockwell de medida y este proceso de calentarlos aumenta estas cifras, ya que así se conserva por más tiempo el filo.
Los machetes no indican el tipo de acero que llevan, pero presume que son “1070”, acero negro u oxidable. Que el 70 es porque tiene 0,07 de carbono, el elemento que le otorga la dureza.
¿Pero, estos cuchillos se oxidan entonces?
Dice que los mejores son los oxidables. Que si sabés o apreciás el arte de la cuchillería vas a elegir estos, debido a su dureza.
Requieren más cuidados. No deben permanecer en la bacha entre los cubiertos sucios. Hay que lavarlos luego de usarlos. Secarlos, aplicarles una capa de glicerina y de vuelta a las vainas.
Y en caso de que se hayan oxidado, se los lija quedando como nuevos.
¿Y los cuchillos inoxidables?
Dice que son más blandos porque tienen cromo. Su característica es 420. Y que no tiene drama de laburar en ellos.
Relata además, que el cortar sobre los platos de vidrios hacen que pierdan el filo, ya que están hechos de arena o polvo fundido, más duros que el propio acero.
Y la verdad de la milanesa, son los cuchillos de porcelana. Si de porcelana. Son carísimos y filosísimos. Pero se caen y fuiste.
RC KNIVES
Como contamos anteriormente, Nico se dedica la mayor parte del tiempo a otra cosa, por lo que su producción llega a sólo dos cuchillos por semana.
Su lista de pendientes nunca esta vacía y los que se van sumando lo conocieron por Facebook.
La mayoría de sus clientes son aficionados cuyos pedidos van acompañados de la frase “cómo a vos te parezca”.
Los mangos pueden estar hechos de palo santo, lapacho, asta de ciervo, cuerno y tibia de vaca. Son infaltables los detalles de hueso, cuero, plástico de colores o monedas.
Para completar, él mismo graba las iniciales en la hoja, fabrica las vainas, cosiendo y moldeando el cuero.
UN ARTE HEREDADO
Entre risas cuenta, “La gente ha de pensar que sólo los que se van a la cárcel de Tacumbú saben hacer cuchillos”.
“Mi papá es el que me enseñó. Es de la época en que los hombres sabían hacer de todo”.
Recuerda que comenzó a los 12 años más o menos, ayudándole a hacer los mangos y cambiándoles a los de su mamá.
“Pero así a full – a full” los hace desde el 2011, cuando los pedidos empezaron a aumentar, gracias a las redes sociales.
Dice que su viejo ya no hace cuchillos, pero que es él, el que ahora le ayuda con los mangos.
EL ASADACHO DE NICO
“No puede faltar costilla de primera y la mandioca”. Y comienza de nuevo a dar cátedra gesticulando con las manos: “ si acá tenemos la columna vertebral, la costilla de primera son de 15 a 20 centímetros a cada lado, es la parte más blanda. Más allá, ya es falda”.
“Le tiro a la parrilla con un fuego bien fuerte sellando los poros a ambos lados, así queda el jugo adentro.
No condimento con nada. La sal seca la carne y la endurece.”
Nos sentamos sobre sillas cables y mientras despliega unos cuantos cuchillos que se salvaron de sus clientes.
Ahora habla del equilibrio y el peso que deben tener de acuerdo al fin que se le quiere dar: tamaños de hojas, guardamanos, bayonetas, caza deportiva, guerras, tradiciones cuchilleras españolas y alemanas, técnicas de faenamiento.
Nico: – ¿cuál es tu meta, a qué querés llegar? Le pregunto.
– Quiero un horno a gas, para trabajar mejor.
Un capo.