Está más que claro que el asado es para compartir. Y a veces, las ganas de comer un buen asadacho no son compatibles con el contenido en la heladera o en los bolsillos.
Es en este tipo de situaciones es cuando el espíritu organizativo alcanza su mayor nivel y no existen imposibles.
Surge la vaquita, unos compran la carne, los chorizos, y otro pone mano de obra, y de no tener nada se produce el milagro de la “multiplicación de la carne”.
No sabemos si este fue el caso del asado que @caio_ramirez nos compartió vía Twitter, pero si podemos constatar la abundancia que desafía al sostén de la parrilla y al comensal con apetito.
¡Cuando hay ganas de asado, no hay excusas para no caer en esta tentación!