El domingo al mediodía rodeamos la Iglesia del tradicional barrio San Vicente, identificando fácilmente “La Casa del Costillar”, gracias al pasacalle ubicado frente a la residencia de la familia Rodríguez.
Llegando al hall donde funciona el emprendimiento, algunas miradas se posaron sobre nosotros y parecía escuchar el viene genteeeee… Adentro, una algarabía de gente viendo TV.
Los hermanos, Danny y Javier, desde la parrilla y la caja respectivamente, levantaron la mirada, recibiéndonos con una amplia sonrisa.
Cuando empezamos a acomodar el carbón para encender el proyecto Asadacho, pensamos en el perfil del parrillero y coincidimos con que es una persona que trasmite buena onda, entusiasta y servicial. Y sin duda, Danny Rodríguez, el maestro parrillero, cumple con este perfil.
Mientras se escuchaba a Mick Jagger desde la notebook de Javier, parecía que lo que se vino después, sucedió en cámara lenta: Danny se acercó a una de sus cinco parrillas tambor, levantó la tapa, mientras se escapaba un ligero humo dando más espectacularidad a lo que estaba por develar. Un pedazo de ultra sexy costilla que se mezclaba entre jugosa y doradita, con una capa casi imperceptible pero notable de grasita que la hacía resplandecer, coronada en los extremos con unos finos y largos huesos.
Con ella hizo unas picadas sobre una larga tabla de madera, cortándola o más bien deshaciéndola, en pequeños trozos acompañados de chipa guazú.
Comenzamos a hablar con Danny, quien comentaba que ese era un buen domingo, que prácticamente ya había vendido todo, que ese día no iba a haber remate entre los parientes.
Llegó un cliente y tuvo la suerte de encontrar aún su corte preferido. Pidió una colita cuadril: que la cortaran y la doren vuelta y vuelta, demostrando así la frase que hay gustos como hay personas en el mundo.
El inicio.
La Casa del Costillar se abrió un domingo 9 de setiembre de 2012, tiempo después de que un antojo del papá de ambos les llevara a una concurridísima parrillada que, según recordó, les costó un ojo de la cara por dos porciones que no valían ni las pestañas.
En contrapartida, conocieron a dos jovencitos “de familia” que ofrecían asado los domingos en un garage, sobrepasando sus expectativas.
De lunes a viernes, Danny se desempeña como ejecutivo de cuentas de una telefonía y su hermano Javier, es auxiliar contable.
Nos cuentan que la labor de parrilleros ya comienza los sábados, cortando las verduras, pelando la mandioca, y comprando la carne. Los domingos arrancan a las 7 de la mañana. Esta nueva labor significó un cambio en la rutina del fin de semana. Es así que por ejemplo, tuvieron que acomodar y reducir sus salidas sociales a los viernes.
En su casa, su viejo fue el que siempre hizo el asado, Danny lo hace desde hace dos años, ensayándose en casa de sus amigos y en encuentros de ex alumnos.
Hoy, con La Casa del Costillar, está al mando de cinco parrillas.
La carne la compran de la carnicería de su ex compañero de colegio, dueño además, de un frigorífico, una estancia, y ahora, cerrando el negocio, con un matadero, quien lo ayuda a elegir la carne, y le permite inclusive, ingresar hasta la cámara frigorífica.
Todos se pasan aconsejándoles que vayan al mercado, donde conseguirán mejor precio, pero nos dicen, que no quieren arriesgar la calidad de su asado, sobre todo en tiempos de rumores de venta de carne de caballo.
Creen que el corte preferido por todos es la costilla, que en cambio, el vacío es una lotería.
Asado toda la semana.
Mientras Danny abre y cierra las tapas de los tambores y Javier toca como un piano su calculadora, comentan que a veces también comen asado entre semana, por motivos de cumpleaños o partidos de fútbol.
En La Casa del Costillar ronda un ambiente muy familiar y dinámico, donde amigos y parientes, les hacen el aguante, emergiendo de la casa con sus platos formando fila, entremezclándose con clientes que aguardan su porción.
Desde hace poco, también, incursionaron en el servicio de asados para eventos, con varias opciones de planes.
Hacen delivery en el barrio, pero la mayoría sólo llama para saber si aún hay algo, ya que prefieren ir a elegir su carne.
Danny nos habla mientras custodia su parrilla, con sus utensilios de asador en las manos, Javier hace las cuentas y prepara lo que va llevar la gente. Se entusiasman cuando hablan de este proyecto, se nota esa energía de la gente que sabe adonde quiere llegar. Dicen que a veces ellos también quieren sentarse y que les sirvan, pero el sueño de la churrasquería está con el fuego bien alto.
Para contactar con La Casa del Costillar:
Teléfonos: (0985) 87 90 12 – (0985) 297 200
Dirección: Mayor Gardel N° 2458 entre Zorrilla de San Martin y Manuel Gondra, Asunción
Correo electrónico: lacasadelcostillar@gmail.com
Su página en Facebook: La Casa del Costillar
Su perfil en Twitter: @costillarcasa
buen dato para cuando estamos sobre la hora..