Se encuentra en cada esquina, sobre la parrilla y entre palitos, humeando lentamente y destilando un aroma que atrae a todo el mundo. Desde que el asadito llego a nuestras calles, ya no hace falta esperar los domingos para el asadacho, por unas cuantas monedas ahora podemos amagar y hacerle frente a nuestra ansiedad carnívora.
Al final de una jornada laboral, a la salida de la facultad o al salir de una fiesta en plena madrugada, estos son momentos en donde el hambre ataca con mucha fuerza y buscamos los pequeños puestos de comidas que ofrecen panchos, lomitos, pizzas y por supuesto el infaltable asadito, la versión personalizada del asado.
Lo mejor del asadito es su bajo costo y la practicidad que se tiene al comerlo, además de ser personalizado, ya que cualquiera puede elegir qué tipo de carne le gustaría, combinándolos con otros embutidos o menudencias.
El asadito también se cocina más rápido que un asado tradicional, por eso es un menú muy aconsejable para disfrutar cuando estamos apurados y queremos algo rápido. Esto también hace que sea una buena alternativa para el hogar, cuando queramos preparar algo rápido para los amigos un viernes por la noche.
Por eso el fenómeno del asadito está instalado en cada esquina de la ciudad, con distintos tipos de precio, calidad y formas. El asado personalizado, crea un lazo íntimo entre el carnívoro y la ansiedad parrillistica que debe ser saciada a cualquier costo, muchas veces a partir de mil guaraníes en algunos lugares.
Es más, ya existen muchos lugares en donde el menú principal es únicamente el asadito. Grandes restaurantes que solo se dedican a la venta de más y más asaditos, desde carne vacuna pasando por otros tipos de carnes hasta llegar a los asaditos de verduras para los más delicados. La locura por las brochetas provoca un verdadero festín en estos lugares.
Además los asaditos pueden ser acompañados con una gran cantidad de salsas y aderezos, siendo al mismo tiempo un buen aperitivo para el tercer tiempo entre los muchachos, quienes tratando de escapar de la rutina buscan algo bien informal y sin muchos problemas.
Los asaditos representan esa pequeña fogata que se arma en cualquier lugar y por la cual muchas personas van atraídas como polillas a la luz. La cultura asaditera tiene su peculiar paisaje, ya que podemos encontrar que personas de cualquier clase social van a comprar unas brochetas. Desde el oficinista que sale del laburo, hasta el que hace un momento estuvo trabajando en una obra de construcción.
El asadito es eso, compartir inconscientemente con otras personas que a primera vista nos podrían parecer distintas nosotros, pero con las que en realidad guardamos muchas cosas en común.
El asadito es un pequeño resumen de los asados del domingo, el mismo sabor, la misma sensación estar distendidos y disfrutar un buen rato. Comer un asadito es tan liberador que no necesitamos de cubiertos, sillas o cualquier cosa que nos pudiera estorbar, el cantero de un árbol o el cordón de una vereda ya son suficientes para disfrutar del asadito mientras esperamos el bus.
Esta informalidad que tira todo los convencionalismos sociales para abajo, hacen del asadito la opción preferida para disfrutar de nuestros impulsos carnívoros sin ningún tipo de culpa.
Por eso cada vez que tengas ganas de comer un asado y sientas que el domingo o el fin de semana aún está lejos, date una vuelta por el asaditero de tu esquina y disfruta de la magia de la parrilla resumida en una pequeña brocheta llena de sabor y libertad.